Las etiquetas sólo son para la ropa

Una de cada cuatro personas padece alguna enfermedad mental a lo largo de su vida. Pueden afectar a un hijo, a una hermana, a una madre, a un amigo, a una compañera de trabajo o a uno/a mismo/a. Y sin embargo, hablar de enfermedad mental se considera con frecuencia un tabú.

Los problemas de salud mental todavía viven y se viven en el silencio. La persona con enfermedad mental debe afrontar una doble dificultad para recuperarse: la enfermedad en sí y los prejuicios y discriminaciones que recibe por padecerla. Es el estigma social, una carga de sufrimiento que incrementa innecesariamente los problemas de la enfermedad y constituye uno de los principales obstáculos para el éxito del tratamiento y de la recuperación.

Los sentimientos de vergüenza y estigmatización que provoca esta enfermedad entre quienes la padecen y sus familiares son la causa de que actualmente muchos enfermos y enfermas (de todas las edades) no estén diagnosticados/as ni tratados/as, especialmente al comienzo del trastorno, cuando el éxito del tratamiento es mayor.

El origen del estigma está en estereotipos y mitos injustos heredados de siglos de incomprensión hacia la enfermedad mental. Las barreras de los antiguos manicomios han dejado paso a otros muros, invisibles pero muy sólidos, que mantienen el aislamiento e impiden la total recuperación de los y las pacientes. Cada discriminación, cada prejuicio, cada tópico infundado contribuye al estigma y eliminarlo es fundamental para poder tratar la enfermedad mental y que las personas que la padecen puedan integrarse plenamente en la sociedad.

¿Cómo puedes ayudar a reducir el estigma?

– Empieza por ti. Las actitudes sólo cambian de persona en persona. Reducir el estigma empieza por ti: repasa tus percepciones sobre la enfermedad mental. ¿Pones etiquetas y estereotipos a personas que la padecen? Puedes comprobar si crees los falsos mitos que la mayoría de la sociedad todavía mantiene.

– No equipares a personas con su enfermedad. Por ejemplo, una persona con esquizofrenia no es “un esquizofrénico” o “una esquizofrénica”.

– Informáte e informa a los demás. Corrige con tacto las percepciones erróneas sobre la enfermedad mental que observes en otras personas. Comenta y critica noticias en los medios de comunicación, películas o libros que reproduzcan estereotipos y perpetúen el estigma.

 

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